sábado, 21 de marzo de 2015

OTOÑO



Observaba a través de mi ventana lo bonitos que están los árboles en otoño y el espectáculo de las hojas bailando al compás que el viento las marcaba, y de pronto me invadió un sentido de culpa como si esa sensación que yo estaba experimentado al contemplar tanta belleza fuera una frivolidad, comparándolo con las malas noticias que se escuchan constantemente, y con los seres que viven angustiados sus consecuencias.

Y este pensamiento me llevó a preguntarme ¿Tendrán tiempo estos hombres “importantes” que dirigen el mundo sin saber a dónde, de percibir el cambio que la naturaleza experimenta de una a otra estación? ¿Tendrán tiempo para disfrutar de la visión dulce y dorada del otoño…? ¡No estaría de más!

Yo confieso que una de las cosas que más me atrae es contemplar la luz suave de esta época, y la sinfonía de colores que ofrecen las hojas muertas; su hermosura y su tristeza. En otoño todo contrasta con el verano que hemos dejado atrás, bullicioso e inconsciente, festivo y superficial; agresivo de luz y de sol que quema la piel y deshace el asfalto en las carreteras. En el otoño volvemos a encontrarnos a nosotros mismos, la naturaleza se suaviza, los ruidos se amortiguan y ya es tiempo de escuchar el alma. Es tiempo de revolver cajones y remover recuerdos. Es tiempo de largas veladas y de íntimas confidencias

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